La vida es un perpetuo fluir de emociones que parecen mecerse y circular por nuestro interior, como olas suaves o a veces caprichosas.
¿Te has parado a observarlas? Ellas van y vienen ocupando espacios y estados de ánimo, y todo cambia cuando las observas con amor y aceptación.
Tu esencia es algo más profundo e inmutable, como una eterna luz que siempre brilla y desde ahí puedes contemplar el continuo vaivén de emociones sin identificarte ni dejarte arrastrar.
La paz proviene del desapego de ese oleaje, dejando ser y estar con serenidad.
Observa, siente y deja pasar todo lo que es cambiante, agradeciendo, experimentando y reconociendo el centro perfecto donde habita tu calma más pura.
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