Amé siempre contemplar el dulce y amoroso encuentro, aparentemente lejano, entre la tierra y el cielo.
La belleza de infinidad de formas y siluetas surgiendo con preciosos trazos en todos los horizontes...
La ilusión de observar el sutil beso de una nube solitaria mientras acaricia la ladera de una montaña...
Contornos de colores dorados que brotan mágicamente al atardecer y al despertar el alba...
Hoy sentí que el horizonte está presente aquí, debajo de mis pies y entre mis manos.
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