Un día te das cuenta que es necesario cambiar la mirada y entonces comienzas a prestar atención a ti mismo.
Es un despertar a la vida que te llena y que te invita a descubrirte en lo más íntimo de tu ser.
En un renacer a tu valiosa esencia, a tu propio brillo que, sin darte cuenta, había permanecido velado.
Llega ese instante de amanecer y sales a tu propio encuentro, mientras tu corazón salta de alegría por el mágico y eterno abrazo.
Comienzas un camino sin fin para recorrer tus veredas, tus rincones más hermosos, y emprendes la aventura de regresar a ti.
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