Quizá sólo cada uno de nosotros sepa en el fondo de su corazón cuando verdaderamente amamos de manera incondicional.
¿Aceptamos a los demás tal como son, con sus luces y con sus sobras?
¿Valoramos y respetamos el camino recorrido y elegido por cada ser?
¿Tenemos la suficiente capacidad de empatizar y ponernos en su lugar?
¿Somos capaces de perdonar y soltar el juicio y la crítica?
¿Amamos sin apegos ni dependencias dañinas?
¿Somos conscientes de lo importante que es la libertad de los demás?
¿Ofrecemos espacio y tiempo a las personas queridas?
Y de manera muy especial... ¿Nos aceptamos, queremos y valoramos incondicionalmente a nosotros mismos?
Piensa... y sobre todo siente con el corazón.
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