Encuentra tu poder en tu capacidad para ser sensible, para sentir desde el corazón expandido.
Observa con delicadeza y dulzura, con cariño y paciencia, como un precioso acto de amor hacia todo y hacia ti mismo.
Eres sensible cuando sientes la inmensa luz de un abrazo, cuando percibes el felicidad en una pequeña caricia o te estremeces al contemplar una mirada sencilla.
Eres más fuerte cuando te sitúas en el fondo de tu pecho para contemplar la vida desde lo eterno y lo inmutable.
Te acercas a tu verdadera esencia cuando caminas con ojos limpios, con los brazos abiertos y con las manos llenas.
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