Por un momento conecta con el sagrado silencio que se halla en lo más profundo de tu alma, sin hacer nada.
Observa el inmenso espacio que llena la paz de una mente en calma.
Escucha tu propio respirar, el fluir de la vida por todo tu ser, mientras aceptas este instante de plena armonía.
Detén tu ritmo y sólo contempla sin juzgar ni esperar, en quietud perfecta.
Presta atención serena a tu corazón y su mágico palpitar.
Ese es tu centro y desde ahí puedes vivir, sentir... Amar.
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