Era una pequeña rosa y brillaba sin parar... casi sin saberlo.
Disfrutaba del sol, del viento y la lluvia, aceptando y fluyendo.
Veía pasar noches y días, nubes y luces... Era feliz sin pensamientos.
Contemplaba dichosa su hermosa primavera y nunca temió la llegada del invierno.
Brillar era su mágica esencia.. Por eso, nunca dejaba de hacerlo.
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